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Diario de un Seductor...

Hubo una vez un hombre rico que poseía cantidad inmensa de ovejas y de ganado, y una muchacha muy pobre que tan sólo tenia una ovejita, y con ella compartía de su pan y bebía de su taza. Tú eres el rico, rico de todos los tesoros del mundo; y yo, pobre criatura, no tenía más que mi amor. Y tú me lo quitaste para gozarlo; pero luego, cuando te sonrieron otros placeres, les sacrificaste lo poco que yo tenía, sin querer sacrificar nada de tu parte.

Hubo un hombre muy rico que poseía una gran cantidad de ovejas y de ganado, y una pobre muchacha que no tenía más que su amor.

Diario de un Seductor

...Ella lo perdona de corazón, pero carece de paz porque ha despertado en ella la duda: ella fue quien quiso romper el compromiso, con lo que provocó su propia desdicha, ya que su orgullo necesitaba algo insólito.

Después viene el arrepentimiento, pero ni siquiera de este modo encuentra la paz, pues en ese instante, precisamente, otra voz en su conciencia le dice que ella no ha tenido al culpa: fue él quien con su gran astucia dominó su alma. De este modo nace el odio, y su corazón se siente aliviado al maldecir, pero no recobra la paz porque la conciencia le dirige nuevos reproches; se increpa a si misma por odiarlo y se censura por haber sido culpable, incluso engañada.

El cometió una falta muy grave al engañarla, pero peor aún fue el haberla despertado estéticamente, de modo que ella no pudo prestar oído a una sola voz por mucho tiempo y, en cambio, sí puede escuchar simultáneamente varios pensamientos.

Cuando los recuerdos se despiertan en su alma, ella olvida culpas y pecados para evocar sólo los instantes de felicidad, dejándose embriagar por una exaltación fuera de lo natural.

En esos momentos, ella no se acuerda de tan sólo de sí, sino que logra comprenderlo a él con mucha claridad; esto demuestra la poderosa influencia creadora que ejerció sobre ella. No encuentra en él nada de reprochable, pero tampoco ve a un ser noble...